Cuando hace 60 años presentó un muñequito anodino, de plástico, pocos mostraron entusiasmo. Sin embargo, sus criaturas de Playmobil han conquistado el mercado sin apenas cambios. En cambio, caprichos, pocos. "No necesito beber el vino más caro", confesaba en una entrevista a la revista Focus. "El mío lo compro por cinco o diez euros". Este hombre ha hecho, de la necesidad, lucrativa virtud. Del ahorro obsesivo, un emporio.
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