La solemnidad en las formas, el sobrio homenaje a los héroes que han dado la vida en el frente, ha convivido, según se sabe ahora, con la mayor falta de respeto que se le puede dedicar a un soldado caído: cadáveres mutilados por los empleados de la morgue, partes de cuerpos perdidas en bolsas de plástico, engaño deliberado a las familias. El Pentágono admitió el martes que tres empleados de la Fuerza Aérea en Dover, delatados por otros tres trabajadores de la morgue, hicieron con los cuerpos lo que se les antojó
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