Cada beso que se da consume 12 calorías. Quizás sea porque para emplearnos en ello, debemos mover hasta 36 músculos, o bien porque las pulsaciones del corazón aumentan de 60 a 100 latidos cada vez que unos labios se unen a otros. La huella de cada ósculo va más allá, viaja hasta el cerebro, no sólo deja rastro en nuestra memoria sino que interviene en un gran número de circuitos neuronales, pero ¿dónde se sienten los besos?
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