Dejando a un lado las lógicas licencias artísticas, creo que el peor error que se puede cometer en las películas históricas es tratar de juzgar los hechos e interpretar la historia con la mentalidad de un españolito del siglo XXI. Durante aquel asedio de casi un año, además del hambre o las enfermedades, en aquella iglesia también se respiraba honor y patriotismo. Hoy en día valores caducos, vacíos de significado o, incluso, términos utilizados despectivamente, pero llenos de significado y en pleno auge en aquel llamado Desastre del 98.
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