Así como es cierto que no es uno quien escoge a su gato, sino que el gato escoge a su amo y que -peor aún- en realidad es el propio gato el amo de su amo, también es cierto que si tienes uno, tu casa pasa a ser suya y que tú vivas ahí no es más que una mera coincidencia para la mascota. En Japón -visionarios como siempre- se dieron cuenta que no vale la pena seguir renegando de tal situación y diseñaron esta casa especialmente habilitada para gatos.