El rechazo a enfrentar el colapso del capitalismo desde un punto de vista científico conlleva la búsqueda de soluciones que no encaran el fondo del problema. El poder no renuncia a la globalización, hija de la modernidad finalizada y cuyo modelo se ha incinerado a lo largo del siglo XX. El intento de demorar los efectos catastróficos de este proceso a través de un discurso único, que sólo pretende la continuidad en el poder, nos lleva a la implantación de un totalismo como sistema de gobierno. Por Oscar Scopa
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