Phising vivido en mis propias carnes

Hace una semana recibí un correo, a mi dirección de trabajo, donde una empresa fabricante de material deportivo de la que soy consumidor desde hace años (desconozco si es casualidad) nos solicitaba la creación de un dosier para colaborar con ellos en el territorio nacional. Obviamente, me hizo ilusión puesto que sus productos son realmente buenos y me gustaría trabajar con dicha empresa.

Tenía la mosca detrás de la oreja y me parecía todo muy raro, pero tras comprobar que, efectivamente, el correo era legítimo y la dirección desde la que se me enviaba existía realmente y salía de los servidores de esta empresa, respondí indicando que estábamos interesados y que podíamos mantener una videollamada en inglés en cualquier momento. Cabalgaba entre la sospecha y la alegría.

Su respuesta, que me descargase el kit que ellos enviaban a los colaboradores para poder mantener dicha reunión con todos los datos posibles. Me facilitó un enlace a Dropbox, protegido con contraseña, para descargarme un archivo comprimido con toda la información necesaria. Como uno es perro viejo, me descargué el archivo y simplemente miré el nombre de los archivos... Todo parecía legítimo, y bien estructurado en carpetas, tal y como se esperaría de una empresa seria.

Pero algo hizo que se me arquease una ceja. Entre medias de tanto archivo había uno con doble extensión, un scr (protector de pantalla de Güindous), por ahí medio escondido, que se suponía que era un Excel con datos financieros. Inmediatamente me puse en contacto con la empresa, les conté lo sucedido, y ayer mismo publicaron una nota en su web alertando de que les habían suplantado.

Cuento esto como anécdota y para alertar de que este tipo de timos. Tengo la suerte de ser una persona desconfiada y con conocimientos informáticos superiores a la media, pero sé que si esto se hubiese mandado a alguno de mis socios les hubiese colado perfectamente (o que me hubiesen pillado con la guardia baja fruto de la ilusión). Nadie está a salvo.