A primera vista, el contexto húngaro y español tienen poco en común. Pero la pulsión nacionalista a raíz de conflictos territoriales pasados, en el caso húngaro, y presentes, en el caso español, podría verse como un elemento común. El liberalismo tiende a casar mal con el nacionalismo y resulta difícil mantener un equilibrio coherente en el tiempo cuando, como Orbán o Rivera, se pretende abrazar ambos.
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