El conflicto lingüístico de Cataluña se puede resumir en dos palabras: activismo hiperventilado. Dos fuerzas, una oficialista y otra contrarreformista, tratan de imponer una lengua sobre otra en una guerrita de trincheras, con tremenda resonancia en los medios de cada bando. Están consiguiendo que lo que no ha sido un problema se convierta en uno.
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