Vamos a conocer una gran cisterna que abastecía de agua potable a la flota romana establecida en el puerto de Miseno (Italia), y que curiosamente en su forma se asemeja a una catedral gótica. Cuando el emperador Augusto trasladó la flota romana occidental al puerto de Miseno, en el siglo I, pronto se vio que la zona que lo rodeaba carecía de fuentes naturales de agua dulce. Sin embargo, para los romanos el agua era imprescindible, no sólo para beberla, sino porque había desarrollado una cultura basada en ella.
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