Sus cuadros valen más de medio millón de dólares en el mercado, la mayor parte de las veces incluso antes de que los haya pintado. Es el pintor más cotizado de esta década, aunque su forma de expresarse parece ir frontalmente en contra de las manos que le dan de comer y de las reglas consuetudinarias por las que éstas se mueven. Sus obras suelen contener burlas casi misantrópicas hacia la vacuidad mental propia de una sociedad masificada y una buena parte de ellas jamás llegarán a los ojos del gran público, porque incluyen actos sexuales.
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