España fue la invitada de honor este año de la Feria Internacional de Guadalajara. Para responder a la cosa se prepararon medio millón de actividades —exagero un poco, claro— que han deparado un catálogo de trescientas páginas —aquí me quedo corto— y que, lamentablemente, apenas han suscitado comentarios, exámenes ni polémicas. La selección la componían casi doscientos autores, además de músicos y burócratas: apenas dramaturgos, por cierto, que es el único gremio que se ha quejado, con mucha razón, de la osadía de prescindir de ellos.
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