Es frecuente que los hispanohablantes se sorprendan ante el hecho de que el nombre que hoy damos al hígado no muestre parecido alguno ni con su equivalente latino, jecur, ni con su equivalente griego, hepar, hepatos, aunque este último nos haya servido para formar todos los parientes cultos del hígado: hepático, hepatocito, hepatitis, heparina, hepatología, etc. A nadie pasa inadvertida la sorprendente similitud entre hígado e higo, pocos médicos sabrían explicar la relación existente entre el voluminoso órgano subdiafragmático y el rico fruto.
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