Si tu casa es una de las primeras que la pandilla visita, tienes suerte: los chicos aún están más o menos sobrios, más o menos educados y más o menos tranquilos. Los dejas pasar a la sala de estar – o mejor – sólo al recibidor, les das algunas bebidas, les ofreces más vodka y les dejas que “te azoten”. Si aún tienen sus cestas de huevos, también les metes un par de huevos y luego si tienes suerte se marchan.
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