¿Qué ha ocurrido? Lo cierto es que la sandía sin pepitas no tiene nada de novedosa. Este híbrido se empezó a cultivar en Japón en 1939, como resultado de cruzar dos sandías cuyo juego de cromosomas es incompatible –un proceso que explica de lujo Miguel Ángel Lurueña en su blog Gominolas de petróleo–, pero no ha sido hasta los últimos años cuando esta variedad se ha asentado en España, hasta llegar a suplantar casi por completo a la sandía convencional.
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