Las patentes de corso eran documentos que ponían a un pirata a este lado de la ley. Ya saben que no es lo mismo un pirata, un filibustero o un bucanero que un corsario. Gracias a ese documento, a la patente de corso, expedido por un país o por alguna autoridad, sus propietarios podían atacar barcos enemigos, civiles y militares, como si fueran miembros de la armada de aquel que otorgaba la patente. La posesión de ese documento convertía a un pirata en corsario. Eso sí, en gran medida hacían lo mismo que los piratas.
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