El diagnóstico es claro: hay que empezar a debatir una nueva Constitución que siente las bases para atajar de raíz la crisis política, económica y ecológica en la que estamos empantanados. Esto no se hace de un día para otro, y sin embargo nada urge más que la refundación de nuestra sociedad a partir de un nuevo marco normativo. Debemos avanzar hacia la reformulación de un Estado en consonancia con los valores de democracia, igualdad, participación y colaboración.
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