Una taquillera y un proyeccionista relatan la entrañable corrupción entre butacas. Millones de espectadores inventados para conseguir millones de euros de las arcas públicas. A Daniel y Arancha se les escapa la risa floja. Ambos trabajaron durante años (de 2005 en adelante) en cines propiedad de una de las productoras investigadas en este caso. Él era proyeccionista, ella vendedora de entradas. Están más que dispuestos a contarnos cómo es la mafia del cine español, y cómo se les pidió que colaboraran con ella.
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