Todas las adjudicaciones de “lo público” (obras, explotaciones de servicios, suministro de bienes, licencias…) hoy en día se hacen siguiendo un procedimiento regulado, transparente, lícito y, lógicamente, público -siempre que no le dé por husmear a algún juez o periodista y destapar que no ha sido así-. Pues de una forma muy parecida actuaban en Roma a la hora de adjudicar lo publicus, con la diferencia de que aquí no había nadie que se atreviese a husmear.
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