En setiembre de 1997 se aprobó un nuevo cementerio en Fisterra. En 1999 se acabó una primera fase de construcción, obra del prestigioso arquitecto César Portela. Sin embargo, ahí se quedó la obra, sin que nadie continuase con el resto de nichos. A pesar de que fue una obra icónica de la arquitectura contemporánea, referenciada en revistas y documentales y que obtuvo menciones y premios de la profesión, los vecinos no quisieron enterrarse ahí. Además, la administración abandonó el lugar, que no tiene agua, luz o accesos decentes.
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