En los últimos años, la tendencia uniformadora del ser humano ha entrado en una espiral de destrucción caníbal que está acabando con todo atisbo de diferencia, ya sea cultural, medioambiental o social. La diferencia, lejos de ser promovida, está siendo anihilada a pesar de que, justamente, la diversidad y no la uniformidad es lo que nos ha hecho llegar a ser lo que somos. Esta locura afecta a todo, incluso a las lenguas que hablamos los humanos, las cuales están siendo diezmadas y erradicadas en beneficio de unas pocas y potentes lenguas.
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