Recientemente, un equipo internacional de investigadores publicó un estudio en Science Advances que examina los clastos de cal que se han formado a través de los siglos en las construcciones romanas. Resulta ser que el hormigón romano es un material ‘ultrarresistente’, según lo describen en un comunicado, lo que ha propiciado que las construcciones imperiales se conserven hasta la actualidad en buenas condiciones.
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