Se decía que un pelo que cayera sobre una espada de acero de Damasco quedaría limpiamente cortado en dos. Ahora sabemos que el secreto de las poderosas cimitarras musulmanas que inspiraban terror a los cruzados cristianos era el vanadio, un elemento entonces desconocido, y que hoy se emplea en la industria para aumentar la fuerza del acero. Pero más allá de esa utilidad ancestral, el todavía poco conocido vanadio espera un boom de popularidad en los próximos años. Es un nuevo material de interés para las energías renovables, por sus peculiares
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