El fuego de este verano dejó un feo rastro de negrura y tristeza en los paisajes de la Cumbre de Gran Canaria, pero, de paso, limpió el campo de maleza y sacó del ostracismo del paso del tiempo y del abandono un patrimonio etnográfico de indudable valor. Muros de bancales agrícolas, alpendres exentos y en cueva, rezumaderos de agua, estanques en piedra... El catálogo de hallazgos es amplio. Así las cosas, la Carta Etnográfica de esta zona cumbrera de la isla, donde hay censados 590 bienes, podría duplicar o triplicar sus fichas.
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