El Imperio Romano no cayó ante los bárbaros del Rin o los hunos, tampoco contra Odoacro, pero a inicios del s.VII tan cerca estuvo Persia de su destrucción que los testigos lo catalogaron como obra divina, con Heraclio como adalid. En esta guerra romano-sasánida, los dos pilares del mundo antiguo se enfrentaron una última vez, para acabar ambos rendidos de agotamiento. Y ante toda buena carroña siempre acuden los cuervos, pero eso es otra historia.
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