El director de uno de los documentales más duros con la historia de España, Queridísimos verdugos, rodó en Madrid años después una película en la que puso de manifiesto cómo los españoles habían recuperado su dignidad. Un periodista alemán enviado a España tenía como misión reflejar la Guerra Civil y no supo cómo. En la segunda mitad de los 80, España vivió un clima optimista que fue breve, pero merecido para las generaciones sacrificadas por la guerra y el fascismo
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