El pasado abril contaba una de las historias más chocantes de nuestro tiempo. La pequeña Matheryn Naovaratpong, de tan solo 2 años, fue crionizada bajo la decisión de sus padres y gracias a los servicios de la empresa Alcor. Matheryn había sido declarada oficialmente muerta por culpa de un tumor cerebral que acabó con su vida horas antes. Sus padres, ambos médicos, decidieron hacer la última de sus apuestas posibles: esperar a que la ciencia algún día tenga respuesta para revivir el cuerpo criogenizado de su pequeña.
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