Esta coexistencia de menos de 1.000 años en la zona Cantábrica reduce significativamente las posibilidades de interacción entre ambos grupos y reforzaría la existencia de una causa de extinción intrínseca. Por otro lado, el progresivo avance este-oeste del Gravetiense apuntaría más hacia un origen continental e intrusivo que hacia una evolución cultural surgida dentro de la propia región.
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