Aspas cuenta que Hitler siempre le decía a sus enemigos internos algo que helaba la sangre: “Tú no piensas como yo, pero tus hijos ya me pertenecen”. No le faltaba razón. Según cuenta el escritor, estos niños fueron las únicas personas, la única generación, que el nazismo pudo modelar completamente. Eran más nazis que los propios nazis.
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