Hardy, ateo militante que jugaba a que Dios era su enemigo personal, pensó que esa enemistad podía salvarle la vida. Antes de embarcar escribió una postal a su amigo Harald Bohr (hermano matemático del famoso físico Niels) en la que escuetamente decía que había resuelto la hipótesis de Riemann, que ya daría los detalles al llegar. Esa breve postal era su seguro de vida: Dios, su íntimo enemigo, no podía permitir que el nombre de Hardy se asociara para siempre con la resolución, aunque fuera misteriosa e incomprobable, de la hipótesis de Riemann
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