El mal humor de los hijos es parte del desarrollo de su personalidad. Según van dejando atrás su dulce y tierna niñez y ponen rumbo a la adolescencia experimentan alteraciones físicas, psíquicas y sociales que les llevan a manifestar conductas de oposición, de desobediencia, de resistencia o de agresividad para con sus padres. Cuando no discuten sobre la comida o cuestionan las normas establecidas, se resisten a vestirse de una manera determinada y, cuando no, se disgustan por no recordar dónde han colocado sus propios objetos.
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