Llenar el estómago hasta reventarlo es un acto casi imposible debido a una serie de reflejos de autoprotección. Cuando el estómago se expande hasta cierto límite, los receptores de expansión de la pared del estómago le mandan una señal al cerebro, quien a su vez determina que ya ha llegado el momento de rendirse. Dolor, náusea, pedos. Todo nos obliga a frenar. Sin embargo, ¿y si pudiéramos ir más allá?
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