Si ya de por si en cualquier sector, ser autónomo es una profesión de riesgo, pues eres una sola persona que se enfrenta a un mundo corporativo y altamente especializado, en el mundo de la publicidad es que, directamente, eres una mierda. Un ecosistema laboral donde el hombre devora hombre y la profesión se alimenta de las almas creativas de los pobres incautos que se adentran en ella.
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