Julieta se pasó la mitad de la noche cocinando y esperando con ansias el aviso de las 3.30 de la madrugada. A pesar del cansancio, se esforzó en borrar las ojeras de su cara, se puso la mejor ropa que tenía, y guardó en una bolsa todo lo que había preparado para llevar. Le hacía ruidos la panza de los nervios: hacía tres meses que no veía a su novio, y por fin le habían dado permiso para visitarlo. Pero antes de concretar esa cita, tenía que pasar por un proceso que dista mucho del romance.
|
etiquetas: sexo , rejas , visitas , conyugales