Imagina un país donde un diputado y ex presidente del Parlamento, llega a la sede del Poder Legislativo en su propia motocicleta o en autobús. Donde los políticos no cuentan con oficial ni tienen plaza de garage reservada frente al edificio histórico en el centro de la ciudad. No sólo el diputado ordinario no cuenta con un coche oficial, pero tampoco se beneficia de ningún tipo de transporte. Una excepción se hace al presidente del Parlamento que, si va a un evento oficial, tiene el derecho de usar un vehículo oficial.
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