Los alimentos que se compran ya preparados y envasados, listos para consumir, tienen un rasgo en común: contienen ingredientes no elegidos por el consumidor. Pueden ser sustancias muy buenas, como sucede en ocasiones, o más bien pobres y de escasa calidad, como ocurre más a menudo, pero en ambas situaciones su elección depende del fabricante que los produce. Lo que sí está en la mano de consumidor es decidir si el producto en cuestión merece la pena;
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