Tanto el rito musulmán halal como el judío kosher ven en el aturdimiento previo del ganado un signo de “enfermedad” y no lo permiten. En el ritual halal el animal debe estar consciente en el momento del sacrificio y morir degollado por un único corte de los vasos sanguíneos en ambas partes del cuello. Debe estar orientado hacia La Meca y el matarife debe ser musulmán y mayor de edad.
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