Hace algunas semanas, paseando por los lineales de la conocida cadena de supermercados y quizás influenciado por el inminente advenimiento de las fechas navideñas se me ocurrió darme un caprichito.
Paseaba distraído, como buen incauto, por uno de sus establecimientos, que no frecuento demasiado, cuando me sorprendieron unos suntuosos langostinos pelados en un bote al razonable precio de unos 3€.
Listos para comer, como el pulgar de Romay de gordos por lo menos, espectaculares y a buen precio, y como hay ofertas que uno no puede rechazar me hice con ellos.
La decepción (deception) fue incluso más mayúscula que la talla de aquellos pretendidos (pretend) langostinos. Lo peor fue que no me di cuenta hasta que lo estaba masticando ya bien sazonado con la pertinente mayonesa.
Nada de langostino, puro mazacote de surimi, sabor que reconocí al instante ya que suele estar a un precio adecuado a mi presupuesto. Y que nadie se confunda, no tengo ningún problema con el surimi, hasta diría que me encanta, 4 palitos de cangrejo (vamos a seguirles el juego), una lata de atún y algo de lechuga con un poco de aceite y ya estoy contento un rato.
Como suele suceder la decepción proviene en realidad de la diferencia con las expectativas. Porque lo cierto es que esperaba darme un lujillo y lo que encontré fue un tipo de surimi en el que ni se habían molestado en enrollar una lámina, aquello iba a puro molde, incluso con algunas burbujitas en su interior. Huelga decir que a un precio más cercano al langostino real que al buen surimi que se puede encontrar por los diversos supermercados.
Al parecer todo el esfuerzo invertido en el producto se hallaba en la decoración, en hacerlos parecer realmente langostinos, y ninguno en el paladar, mucho mejor la clásica barrita de cangrejo de lámina enrollada que de cangrejo no tiene nada. Lo que a mis ojos es sin duda una estafa en toda regla, y soy lo bastante flexible para llamar a eso que enrollan "cangrejo".
Claro que pone "surimi" en la tapa, por supuesto, aunque hasta en la publicidad parece que quisieran esconderlo, esa tapa que no se ve desde el pasillo que sólo muestra la perspectiva de esos (ahora se entiende bien por qué) enormes langostinos. Llegué a la conclusión de que no son buena gente y mejor invertir los 3 euros en otra parte la próxima vez que el cuerpo me pida nuevas sensaciones.
Uno es muy a su pesar un hombre demasiado ocupado para entretenerse en semejantes ardides.
Así que compré unos langostinos al ajillo por poco más en otra cadena de supermercados, exquisitos por cierto, me resarcí de la tomadura de pelo y en principio di el tema por zanjado.
Pero uno tiene memoria de elefante para las afrentas así que seguí dándole un par de vueltas al modelo de negocio del supermercado en cuestión para sacar el mejor partido de su forma de hacer las cosas y terminar de subsanar con ello los daños y perjuicios ocasionados.
Pensé que al final funcionan con ofertas de stock corto como productos gancho y por el camino te comes unos cuantos "fabulosos langostinos", el calzone que compré el mismo día que los langostinos (no fue un gran día) merecería un artículo aparte, pero te lo resumo: si tienes un perro y le quieres, no le des eso.
Llegué a la conclusión de que podría cobrarme la deuda generada por la engañosa oferta de sus propios lineales yendo a buscar exclusivamente esos productos "gancho". Al fin y al cabo tal como va la inflación no es fácil encontrar una bolsa de patatas fritas por menos de un euro cuando hace unos pocos meses era el precio común en las gamas de marca blanca.
Y en mitad de esa operación estratégica me hallaba hace unos días, cogí unas patatas onduladas que de los 80 y pico céntimos de hace unas semanas ya están a 99, del panetone de tiramisú que pillé unos días atrás ya no había ni rastro, los viejos e infames langostinos habían bajado a 2€ y se me ocurrió "ya que estaba allí" (y ya te puedes imaginar el desenlace), coger una hermosa tarrina de "ensalada de cangrejo".
He probado las de un par de supers diferentes, todo correcto, he comido algún sandwich de cangrejo en el trabajo, todo normal, cero cangrejo pero comestible, pero...ay amigo, el primer bocado de esta fantabulosa ensalada 90% mayonesa era... ¡un trozo basto como la madre que lo parió del puto langostino de surimi!
Es imposible hackear al sistema, reformar España y colársela al LIDL. Te van a meter tres goles por cada uno que les metas. Además lo hacen bien, ya ni ponen un precio algo más económico que te pudiera hacer sospechar, no, además de vender producto que es órdenes de magnitud inferior en calidad al de sus equivalentes más próximos, lo venden al precio acostumbrado. O sea, malo y caro.
Así que el único resarcimiento que me queda a estas alturas son estas breves líneas. La próxima vez que alguien me diga "las ofertas del LIDL están muy bien" creo que la respuesta va a ser: ¡Y tu puta madre! Así, sin más explicación. Para que se quede pensando. Que termine de comprenderlo es sólo cuestión de tiempo.