Hola, buenos días. Aprovechando que se acercan la fiestas de invierno, quería compartir algunas reflexiones después de leer algunos comentarios.
Este artículo va dirigido a aquellos de vosotros que sois creyentes y aquellos que no lo son tanto, pero bueno, lo son por tradición o porque son españoles de bien.
Como habréis deducido, yo no soy creyente. De hecho, soy un ateo, un ateo proactivo de, diría, convicciones fuertes. Eso no significa que odie las creencias de los demás aunque me parezcan absurdas. No estoy en contra de que la gente crea en lo que quiera creer. Pero, desde luego, si que estoy en contra de la religión organizada. Sobre todo, cuando esta o el estado intentan introducirnosla por el orto, sea activa o pasivamente, sea con fuerza o con sutileza.
El motivo del artículo es el que sigue. Hace poco ha salido un noticia sobre que se ha abandonado en Bruselas una iniciativa comunitaria de abandonar el lenguaje inclusivo para felicitar las fiestas. Es decir, en vez de un genérico ¡Felices Fiestas! Utilizarán, supongo, un ¡Feliz Navidad! Las razones serán porque al que instigó la iniciativa le habrán llovido expresiones airadas de todo tipo, cuando supongo que lo que pretendía es que nadie se sintiese no incluido.
Ya sabéis, según me han dicho, un ¡Feliz Navidad! ya incluye a todo el mundo. Y mira por donde, a mi no me ofende, pero tampoco significa nada. Y bueno, pues vale. No tiene mayor importancia, que digan lo que quieran.
Lo que si me ha ofendido ha sido el comentario de un meneante diciendo que los no creyentes son unos hipócritas por no ponerse a trabajar en navidad y tomarse los días de fiesta, y que como no creemos, no tendríamos que celebrar ninguna fiesta. Aquí sí que me gustaría poner los puntos sobre las íes.
1° - Ya hay muchos creyentes y no creyentes que trabajan en navidad. Que usted se tire a la bartola en casa de sus padres durante dos semanas solo demuestra lo fuera de la realidad en la que está.
2° - A mi me parece perfecto. Nosotros no celebramos navidad, ni ninguna otra festividad cristiana (semana santa, 15 de agosto, 8 de diciembre, etc). De hecho, mis hijos no reciben regalos el 25/12 ni tampoco el 06/01. Para ellos las fiestas de invierno es aquel momento especial en el que intercambiamos regalos. Hacemos una comida especial cerca del solsticio (no coincide algunas veces porque a veces tienen clase) para representar el reinicio del ciclo de las estaciones y solo hacemos otra el 25 por los abuelos más que nada. Así que nada, que me deje el gobierno tomarme el 22/12 en vez del oficial 25/12, y después que me deje también el 22/06 (solsticio de verano) o cualquiera de los equinoccios en vez de los otros. Que yo o mi familia no compartamos vuestras creencias, no significa que no haya momentos del año especiales para nosotros.
3°- Y aquí es cuando me pongo especialmente soez: Mi familia y yo celebraremos los que no salga del nabo y os podéis meter vuestro profeta y vuestro salvador por donde no da el sol (habéis notado el toque sutil a otra confesión, para que luego digan que siempre que los ateos solo se meten con una).
Esto es el clásico "España es cristiana, así que jódete". Y aquí entramos en el tema de la respeto. Las festividades cristianas y sus creencias hay que respetarlas por que es lo que se ha hecho siempre y es lo correcto, y lo serio. Perdonad que os diga, pero nuestras creencias y la nuevas tradiciones que intentamos inculcar a mis hijos son dignas de tanto respeto como las demás. La diferencia es que yo nunca percibo ese respeto en vosotros y si la condescendencia, y desde luego mis interlocutores cada vez van a oír menos ese respeto en mis palabras.
Muchas gracias.